viernes, 1 de enero de 2010

Un día como otro cualquiera

La gente se extraña cuando respondo “nada en particular” o algo parecido a la pregunta de “¿qué vas a hacer en nochevieja?”. No es que me importe que piensen que soy un amargado o cosas parecidas, más bien me sorprende la habilidad de encontrar fiestas debajo de las piedras y la capacidad de desplazar a la gente que se sale de lo corriente, cuando son los otros los más necesitados de la aceptación de un colectivo.

Hace ya dos años que publiqué mis tempranas divagaciones, en estas mismas fechas y sobre este mismo tema, que parece que me inspira a plantearme cosas. Lamentablemente ese texto se perdió, pero aquí recordaré sus puntos más importantes.

En él empezaba hablando de las borracheras que se mete la peña, pero esta vez dejaré ese tema aparte, ya que no es difícil ver eso cada fin de semana, por desgracia. Cualquier excusa es buena para pillarse un ciego, la voz de 'alcohol alcohol, hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual' o el eslogan de 'no necesito divertirme para beber' hablan por sí solos.

En lo que sí haré hincapié es en el hecho innegable de que, a efectos planetarios, este día no se diferencia un ápice de los demás del año, división hecha por el hombre. Por tanto, no entiendo la importancia que se le da a un día que no se merece.

Inmediatamente vienen los típicos rituales 'mágicos', en forma de uvas, velas, huevos y demás paparruchas de las que me niego a hablar, los 'balances' del año y seguido a esto, vienen los famosos 'propósitos' que se abandonan al poco tiempo de empezar el año. Es un hecho que en enero aumentan las inscripciones al gimnasio para luego volver a bajar, por ejemplo.

Básicamente esos eran los puntos del escrito de hace dos años que comento, pero esta vez me voy a extender a estas vacaciones navideñas en general.

Para mí son lo que son, vacaciones, se agradece y es necesario un descanso de la rutina pero, ¿espíritu navideño? Ninguno en absoluto. Sólo veo consumismo desenfrenado (porque estamos en crisis, que si no...) y vacío de utilidad, fiestas supuestamente relacionadas con la religión y decoración tradicional (que cuesta otro pastón, como el alumbrado público) para traer “un poco de felicidad”. No envidio a quienes les sirva esas vanalidades para ser felices.

Será que no soy en absoluto tradicional, o que siento una -casi- necesidad de ir al revés de todo el mundo, pero no le veo sentido a celebrar el paso de un dia cualquiera a otro.

Espero haberte hecho reflexionar.

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