viernes, 1 de enero de 2010

Premio en Poker

Por fin, tras un tiempo aprendiendo teoría y practicando mucho poker, tras llevar en un torneo 4 horas seguidas, he conseguido ganar el "millonario" premio metálico de... 84!!! 84.000€? 84€? no! 84 céntimos!!

Este en concreto no ha sido un freeroll, era un torneo con una entrada de 0,1 + 0,02 €, sin embargo me quedaban unos 60 céntimos que me ingresaron como una especie de regalo de navidad. Pues bien, en la primera hora del torneo se permitían rebuys, tuve que hacer una, sólo eran 10 céntimos que no venían de mi bolsillo (y aunque vinieran, eran 10 céntimos...) y al final de la hora se permitía otro add-on de otros 10 céntimos, que también aproveché, así que en total invertí 32 céntimos, pero ya digo, regalados.

Al terminar la primera hora y acabarse el tiempo de recompras me situaba en una buena posición de fichas y me mantuve como pude hasta mi final... la mano anterior a la final tuve pareja de ases... en la mesa tres tréboles y el yo no tenía ninguno. Fueron all-in y tuve miedo de que hubiera color así que no fui. Sin embargo habría ganado un bote enorme, me habría multiplicado por 6 o así ya que habría ganado a la pareja de reinas que fue ganadora. La mano siguiente cometí el error de ir all-in con KJ y me ganaron con KQ. Así que terminé en la posición 28, con la que me conformo. Me conformo con haber quedado 28º entre 372, y de haber ganado algo sin apostar nada. Claro que los primeros premios eran ya de 40, 30, 20€, etc, pero bueno, seguiré estudiando y practicando.

Y seguiré también jugando Freerolls, en los que he conseguido llegar hace poco dos veces a la mesa final y quedar en 5ª posición, aunque lamentablemente sólo había premio para el 1º en esos torneos, pero bueno, es una buena práctica sin riesgo.

Un día como otro cualquiera

La gente se extraña cuando respondo “nada en particular” o algo parecido a la pregunta de “¿qué vas a hacer en nochevieja?”. No es que me importe que piensen que soy un amargado o cosas parecidas, más bien me sorprende la habilidad de encontrar fiestas debajo de las piedras y la capacidad de desplazar a la gente que se sale de lo corriente, cuando son los otros los más necesitados de la aceptación de un colectivo.

Hace ya dos años que publiqué mis tempranas divagaciones, en estas mismas fechas y sobre este mismo tema, que parece que me inspira a plantearme cosas. Lamentablemente ese texto se perdió, pero aquí recordaré sus puntos más importantes.

En él empezaba hablando de las borracheras que se mete la peña, pero esta vez dejaré ese tema aparte, ya que no es difícil ver eso cada fin de semana, por desgracia. Cualquier excusa es buena para pillarse un ciego, la voz de 'alcohol alcohol, hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual' o el eslogan de 'no necesito divertirme para beber' hablan por sí solos.

En lo que sí haré hincapié es en el hecho innegable de que, a efectos planetarios, este día no se diferencia un ápice de los demás del año, división hecha por el hombre. Por tanto, no entiendo la importancia que se le da a un día que no se merece.

Inmediatamente vienen los típicos rituales 'mágicos', en forma de uvas, velas, huevos y demás paparruchas de las que me niego a hablar, los 'balances' del año y seguido a esto, vienen los famosos 'propósitos' que se abandonan al poco tiempo de empezar el año. Es un hecho que en enero aumentan las inscripciones al gimnasio para luego volver a bajar, por ejemplo.

Básicamente esos eran los puntos del escrito de hace dos años que comento, pero esta vez me voy a extender a estas vacaciones navideñas en general.

Para mí son lo que son, vacaciones, se agradece y es necesario un descanso de la rutina pero, ¿espíritu navideño? Ninguno en absoluto. Sólo veo consumismo desenfrenado (porque estamos en crisis, que si no...) y vacío de utilidad, fiestas supuestamente relacionadas con la religión y decoración tradicional (que cuesta otro pastón, como el alumbrado público) para traer “un poco de felicidad”. No envidio a quienes les sirva esas vanalidades para ser felices.

Será que no soy en absoluto tradicional, o que siento una -casi- necesidad de ir al revés de todo el mundo, pero no le veo sentido a celebrar el paso de un dia cualquiera a otro.

Espero haberte hecho reflexionar.